Cuenta la tradición, que Jeroma viene de Jerónimo. Pues bien, San Jerónimo, tradujo del hebreo al latín la Biblia, creando el compendio que dio en llamarse “La Vulgata Latina”. Pero lo hizo con tantos desaciertos, que los ángeles, cada vez que se equivocaba, lo molían a palos por esos errores. De ahí, el ”toma Jeroma”.
Y hablando de equivocaciones, un cura en el sermón, explicando esto a los fieles, también se equivocó y dijo que cada vez que iba San Jerónimo a traducir del hebreo, “le temblaban los huevos”, cuando en realidad, el pobre cura quería decir “le temblaban los huesos”. Imagínese el cachondeo en la iglesia. El padre Aguirre, me contó que una niñita gordita y rebolonda toda ella, iba a hacer su primera comunión y llevaba un peinado que parecía su cabeza una sandía de 10 kilos, todo el mundo la miraba extrañado. La niña, en la mano izquierda, tenía algo que apenas se veía y en el momento de comulgar, esta pobre criatura apretó la mano e instantáneamente, se le encendió toda la cabeza de pequeñas bombillitas. Nadie esperaba eso, pero el cura menos, porque dio un respingo para atrás, a la vez que soltó ¡Cooño!. Te puedes imaginar las carcajadas” Joder (esto me lo contaba el Maimónides de Nemesio) lo que no haya visto Vd..”Bueno Juanito, pues eso no es ná. Conozco a una muy muy beata, que dice haber visto las siguientes reliquias: Un pelo de la barba de San José, el prepucio del Niño Jesús (era judío), las muelas de Santa Apolonia,(que antes de matarla le arrancaron la dentadura), los pechos de Santa Agueda, (igual), una pluma del Espíritu Santo, y en el sur de Italia, en Nápoles, las tumbas de San Juan Bautista de mayor, y otra tumba de San Juan Bautista cuando era niño”; y además el agua de San Ignacio, que es buena para las embarazadas, y cada cierto tiempo, sumergen las reliquias en agua y esa agua la dan a beber a las que están en cinta.
¡Joder que asco!” Pues por lo que se ve Nemesio, San Juan debió de ser artrópodo.
“No sé hijo, no sé, pero buen negocio tiene la Santa Madre con estas chorradas”.
Y que lo diga Nemesio, fíjese que en el Vaticano, en la tienda de recuerdos que tan sólo había hace años, llaveros y estampas de monseñor Escrivá de Balaguer, de nadie más. “Es que nene, en vez de haber escrito este monseñor el libro “Camino”, tendría que haber escrito “Autopista de Peaje”, porque estos, de dineros están forraos”.
No me diga Nemesio. “Te lo juro Juancho”. Ay Madre de Dios, vivir para ver, le comenté.
¿Y no sabe Vd. lo de los dos curas que discutían por ver quién decía la misa más corta? No Juancho, es que yo no soy muy “catódico”, pero cuéntamelo que debe estar bien.
Pues el primer cura, salió un día a decir misa y dijo a los fieles desde el altar: “ La bendición de Dios Todopoderoso: Padre, Hijo y Espíritu Santo, descienda sobre vosotros” Y se fue.
El segundo cura, otro dia dijo en el altar, nada más salir, al monaguillo: “Niño, apaga y vámonos”.
Todo un record, Nemesio, así da gusto ir a misa todos los días y no aguantar a algunos peñazos.
Nemesio, pero lo que no sabe Vd. es el caso del cura que indispuesto físicamente, se fue volando al Centro de Salud, y al verlo pasar las beatas le dijeron: “Padre ¿y la Misa?”
A lo que respondió el cura: “¡ Joé, lo que sus gusta una Misa!.”
En fin, vivir para ver.