Abrazados por la arboleda del Paseo de Linarejos, el pasado viernes se tejieron hilos de esperanza mientras el Colegio ACEL orquestaba una sinfonía de generosidad y unión. En este emblemático espacio, testigo de tantas historias, resonaron risas y pasos firmes en una Carrera Solidaria que buscaba algo más que recorrer distancias: aspiraba a tocar corazones en el Día de la Paz.

Más de 200 niños y niñas participaron en el evento, abarcando edades desde la infancia hasta la secundaria. Todos ellos, unidos por un propósito mayor, caminaron juntos, desafiando el tiempo y el espacio para trascender los 50 kilómetros marcados como testamento de su compromiso con la noble causa de Cáritas.

Momento de la carrera

Ese día, el Paseo se convirtió en un lienzo donde se pintaron sonrisas solidarias y se esbozaron gestos de respeto y cooperación. En un mundo enredado en la complejidad, estos pequeños soñadores dedicaron sus pasos a visibilizar la necesidad imperante de armonía en nuestra existencia.

La entrega de cada participante fue admirable, reflejando la capacidad de trabajar en equipo y el espíritu deportivo. La conexión con Cáritas se traduce en la construcción de puentes hacia un mundo donde la justicia y la equidad no sean utopías, sino realidades palpables.

Esta Carrera Solidaria no solo fue una danza de pies ágiles, sino un ballet de valores que se alzaron como estandartes de solidaridad y esperanza. En este rincón de Linares, la educación se transformó en un viaje mágico hacia la construcción de un mundo más justo y armonioso. En cada paso, en cada sonrisa, resonó la promesa de un futuro tejido con los hilos de la paz.