El olor del café en casa de los abuelos, aquel sonido insistente del refrigerador. Las canicas chocando con el bajo del mueble, mi madre regañándome por no ordenar la habitación. Aquella vez que mi cuerpo se adelantó a la madurez, mi primer sujetador, esa pintura de labios de la Súper Pop. El chico del barrio, y nuestro beso en el cine. Jorge, cuando me dio la mano para cruzar la Avenida Primero de Mayo. Las lágrimas que derramé por un gran error. Los silencios, el olvido, los cristales rotos de alguna voz. Mi padre alejándose, la muerte del abuelo. Las luces parpadeando en aquella casa donde crecí…
Otro año,
cada año,
siempre esa niña,
y yo,
acunándola hasta nuestro fin.
*

 

Texto de Natacha G. Mendoza y fotografía de Jordi Casasempere