Servidor llevaba últimamente mucho tiempo sin salir por la city y el primer día que lo hago, voy a la Farmacia del Trejo y maldición… allí estaba Nemesio.
“¡Hombre Parrillosky, cuanto tiempo sin verte. Llevo tiempo sin catar las birras a que me envitas!”
Para eso está el teléfono, dije. Entonces le conté el motivo de no verme por esos y otros lares. Apenas me escuchó, porque él iba a lo suyo, como siempre. Este abuelo cebolleta, amén de rojo irredento, es más fresco que las antiguas barras de hielo de Jaldo o La Inesperada.
No le importó que era la hora de cerrar la farmacia y empezó su rosario de fantasías, diciendo: “Me han hecho un registro en la residencia pa vé como estaba el estógamo, porque los tintorros y las rubias con melena blanca no me caían bien”.
Comenzó por decir a Juan Enrique, Manuela y Luisa: “ La midicina ha avanzao una sageración” “Temía que me metieran las gomas pa verme por dentro y no, me trataron mu bien y me dieron una pírdora pa que me la tomara con agua y andispués me pusieron una faja con muchos cables y en la tilivisión con aquel artilugio se me veían los adentros. Resurta que la pirdorita es un artilugio moerno y que ar finá, er médico dijo que cagaría la pírdora entre las 24 y 48 horas.
Nemesio no entendía que de la puñetera pastillita, no hiciera la digestión y la echar igual que se la tomó pero ya luminosa y que en lugar de tantas horas, la giñó cuando pasaron sólo 8 cuando le pegó el apretón. Pero hasta aquí, ninguna novedad. Nos dijo: “Antes de limpiarme, miré ar bujero y vi una luz brillante que se encendía y se apagaba en medio de la boñiga que había echao en el ritrete.
Prosiguió: “Nenes, yo me acojoné y llamé a gritos a mi Dolores pa que lo viera. Entonces mi chata que es una santa, me tranquilizó y me dijo que eso era el flash de la cámara, porque la pírdora era una máquina de retratá… por argo ella es más inteligente que yo. Güeno toas las mujeres son más listas que los hombres. Y si no, fijaros en la Eva esa der Paraíso que engañó a su Adán con eso de la puñetera manzana”
Las licenciadas Luisa y Manuela, tronchaítas con una risa contenida, asentían con la cabeza cuando Nemesio dijo lo de la inteligencia de las mujeres. Y yo pensé: es verdad.
Juan Enrique, entró a la rebotica porque casi se orina en los pantalones de la risa y doblado con la mano en el estómago (yo lo veía) señalaba para el viejo.
Y sigue el abuelo diciendo: “Yo me encomendé a San Carlos, porque pensaba que me habían dao una pastilla radiastiva, como al ruso ese, porque er Putin ese es de cuidao.”
¿Y qué milagros hace San Carlos? Le pregunté. ¿Es San Carlos Borromeo?
“No te enteras so pijo-progre, capitalista. Es San Carlos Marx, que escribió “Er Capitá”, so arfabeto. “Mira niñato cacho burgués, tú vas de curto por la vida y no sabes ná de ná, enterao.” “Y ahora, si quiés que te siga hablando me invitas a unos tintorros…pero de los güenos”
Yo pensaba: me ha tocado, como siempre, porque al final tengo la culpa de los vidrios rotos y encima tengo que invitarlo a unos tintorros. No, si es lo que pienso: Es irremisiblemente un rojo, ateo, mamón y sobre todo gorrón. ¡Vaya cruz que me ha caído!
Otro día contaré el caso de los abanicos que regala el Trejillo como propaganda de la farmacia para la pitopausia y sobre todo la menopausia…
Nemesio le pidió cinco de muestra para su Dolores, la Evarista y sus amistades femeninas, porque dice que “Es un macho Bérico, Bérico y que él no tiene pitopausia. ¡Qué se lo pregunten a mi Dolores!