En estos tiempos puede llegar a ser un bálsamo poder homenajear a personas que han hecho de su vida un ejemplo de servicio y generosidad. No puedo pensar ni pienso que ya no hay personas así, prefiero pensar, y lo pienso, que las prisas y el materialismo, la insubstancia, el egoísmo y la falta de silencio constructivo de vez en cuando, llevan a no preocuparse de nadie y olvidamos que los demás, cuando nuestros congéneres deben ser los primeros en nuestra atención. Algo hemos hecho mal para estar en esta situación, para haber llegado a permitir tanta pobreza, tanta miseria, tanta gente sin techo, sin calor, sin protección y sin justicia. Sí, lo estamos haciendo, pero estamos las mujeres.

Por la coincidencias de fechas quiero homenajear a dos mujeres, una cumple 95 años, la otra unos pocos menos pero también fructíferos. Y como decía es un bálsamo poder reconocerles su valía y su presencia, como muchísimas otras que las siguen o de las que tiran. La primera cumple 95 años y me quiero referir a ella porque yo ya no la tengo y me alegro tanto de que otras personas la tengan, que le quiero agradecer su vida, su ejemplo, su amor y sus vivencias. También me alegro de que conserve junto a ella a sus descendientes y que la paz siga instalada junto a todos. Muchas felicidades Doña Ana María. Para muchos años, queda tiempo para vivir cuando se hace con calidad y amor.

Hay una serie de generaciones de mujeres grandiosas en nuestro presente y nuestro pasado, la edad no significa nada si vives tu vida y no quieres compararte con la de nadie. Las mujeres tenemos carencias ancestrales, yo me duelo por ello, pero es rara la mujer que no tiene tras de sí a otras mujeres que como cadena se hace infinita. Nunca se paran, siguen tranquilas hacia su justicia. Unas nos encadenamos a otras por nuestra manera genérica de ser sabias, pacientes, comprensivas y generosas, cada una en el lugar que le colocó la vida promociona a las demás. Y es con la edad con la que se comprende todo esto, es con la edad cuando se tiene una idea global de la vida.

En estos días se homenajeó a Mª Luisa, presidenta de la Asociación Vecinal de la Esperanza. Las Asociaciones Vecinales que presiden hombres no son lo mismo que las presididas por las mujeres, o al menos que se comparta en igualdad. Y no me refiero a que haya mujeres en las Juntas Directivas, sino que se las escuche, que participen, que tengan poder de decisión porque se enriquecería el entorno. Todavía hay hombres presidiendo, sé que sus intereses van por otro lado y que cuando lo dejan siempre son mujeres las que toman las riendas, porque el movimiento vecinal es necesario y tanto más en una ciudad como Linares con barriadas tan grandes, con necesidades de todo tipo que hay que atender. Y se ha hecho mucho por parte de quienes han estado antes. Ahora que Linares está decayendo y espero que no dure mucho, somos las mujeres las que bajan a la arena y se reúnen, se ayudan, se divierten, se empoderan como mujeres. Como pasó en la Esperanza donde todas son mujeres, los hombres no quieren cuentas cuando hay mujeres, a las mujeres no nos pasa eso, por eso me congratula evidenciar y resaltar que entre todas reconozcamos la valentía y la generosidad de su presidenta. Como decía es un consuelo que en este tiempo no se haya acabado nada: Están las mujeres. Como decía en mi libro “Susurros”, cuando todo se acabó quedaba el poso educativo y de identidad que habían dejado las mujeres para seguir. Y eso es así.