Hace unos meses, en Adios al kiosco, comentábamos las dificultades de los periódicos en papel y el escaso contraste que ofrecían entre unos y otros. Explicábamos que, al deberse a los intereses económicos  e ideológicos de sus dueños, propicia que la versión favorable a la clase trabajadora aparezca con frecuencia poco y más bien contaminada. Esa mercantilización, decíamos, no es exclusiva de la prensa, ya que sus mismos dueños lo son también de las cadenas televisivas y de la industria editorial y audiovisual privada. Sobre las posibilidades del derecho a la información en los medios públicos, ahora difíciles,  hablamos, en El NODO en la tele,… unas semanas atrás.

            De alguna manera llegábamos en ambos ocasiones a la necesidad de encontrar una información crítica y veraz para formarnos una opinión realmente libre. De otra manera, buscar una estrategia de superar los varios modos de censura: por defecto o por exceso. El primer caso se da (y daba) en aquellos regímenes en que por dictadura militar, ideológica o económica, está prohibida o muy limitada la libertad de información. La censura por exceso es frecuente en países como el nuestro en el que teóricamente no se prohíbe nada. Sin embargo, un sibilino y poderoso velo nos impide o dificulta, separar la propaganda, o versión interesada, de la verdadera información. Ésta, creo yo, es aquella en la  que se cuida la noticia, separada de la opinión, y garantizando  su: veracidad, relevancia, contexto, precedentes y posibles consecuencias con rigor.

            Llegado a este punto, siempre me lo espeta mi amigo más próximo. “Pues no pides tú nada para como está el patio. Por un lado los intereses contrapuestos de: vender mucha publicidad sin perjudicar a los anunciantes, quienes aparentemente pagan la fiesta. Por otro ,.. ¿a quien le puede interesar una ciudadanía que quiera menos fútbol y reflexione sobre las noticias que, más allá de que algunos las conviertan en un circo, condicionan nuestra vida?” Y es cierto,  poderoso caballero es don dinero que por todos los huecos se introduce torciendo voluntades y pudriendo más o menos a personas y colectivos.

            Informarnos relativamente bien, en parte mientras los medios públicos no retomen cierta neutralidad siguiendo ejemplos europeos, pasa por acudir a aquellas publicaciones que tratan de poner límites a esa mercantilización. Hay quienes, durante la comida familiar, han decidido apagar la tele y conversar sobre distintos acontecimientos recogidos en diversos ambientes o medios. Así, al tiempo que reducen la influencia de la propaganda ambiente, desautorizan lo verdadero por dicho en la tv. Para otro sector, internet se ha convertido en un portento ya que permite a la persona emitir  también mensajes y poder captar cierta audiencia sin disponer de fortuna. Claro que todo tiene sus pros, sus contras, y partes. Empezando por las últimas, no se pueden meter en el mismo saco, por un lado, el correo electrónico y la creación o consulta de blogs, páginas o publicaciones, con, por otro, las redes. No podemos extendernos aquí sobre las ventajas de inmediatez y mayor difusión de las últimas junto a algunos peligros o defectos, como la mayor profundidad y reflexión posibles en el primer grupo. Yo, prescindiendo de las redes, trato de informarme de la discutible manea que sigue.

            Trato de ver cine y otros espacios culturales en la tele con los menos cortes publicitarios posibles. Además, salteo entre las distintas cadenas (con más frecuencia la 2, la 4, la sexta y Canal Sur) para tener una idea general por donde andan. Hago este zapeo desconectando el receptor cuando creo que la información sobre la realidad social se convierte en espectáculo engañoso.

            Estoy subscrito a boletines temáticos : Hoyesarte (cultural), Vicen Navarro (economía, política y medios) y Boletín diario de Laicismo org. Busco la información local en Linares28 y en algún programa de radio. Mi único contacto con el papel de prensa lo mantengo en mis visitas a Madrid con 20minutos, diario gratuito dirigido por Arsenio Escolar  y financiado sin hipotecarse. Ese es el criterio, además de mis querencias, para la información general. Leo en formato digital La  Marea, Diagonal, Diario.es y Rebelión, publicaciones que salen adelante por el altruismo de su promotores y/o con el apoyo de cooperativas de trabajadores y lectores, rechazando inversión y propaganda que contravengan DDHH. También entro alguna vez en Público.es y en kaosenlared.

            En fin, de esa manera, que no me tema nadie por ser lector de un solo periódico, y con la lectura  de algunos libros voy formando la opinión que, más o menos crítica y acertada, voy aportando donde se tercia como ahora aquí cada semana.