Sigue siendo un tiempo para leer. Los libros son comunes y privados, cada persona tiene los suyos y a cada persona le dicen lo suyo. Pero hay algunos que, en su tiempo, conectan o aparecen y que, al recordarlos, se hace consciente algo que se vivió. Cuando se encuentra una con un libro que dice algo, esa “primera vez” permanece para siempre. Eso me ha pasado con “El Alquimista” de Paulo Coelho, que, aparte de “El Principito”, es un libro de los que se deben releer en varios momentos de la vida, cuando surja, sin prisas y aprovechando cada enseñanza. Con su escala de importancia los dos vienen a decir lo mismo: Guarda un corazón limpio y escucha a tu corazón. “El alquimista” completa un poco más la forma de vivir que pretendemos, quiere transformar el plomo en oro, por eso, aunque se lea en poco tiempo, lleva más el comprender el  leiv motiv que debe impregnar  los días y la convivencia. Esto lleva toda una vida, desde cuando sea, y hasta de vez en cuando. Nunca es tarde.

Yo lo encontré hace varios años y me gustó tanto que se lo dejé a una amiga. Me quedé sin él, como suele pasar, y me pasé algún tiempo lamentándolo. Ahora, cuando lo encontré de nuevo, comprendí mi error. Cuando gusta algo tanto como para regalarlo, lo mismo que cuando te das a ti misma, hay que hacerlo con la intención de que nunca se te devuelva, hay que donarlo de verdad  — donarse de verdad — porque si alguien “ha merecido” que se lo des en su ahora, ese ya no es tuyo, tú tienes que seguir buscando lo que te pertenece. Lo aprendí y eso ha sucedido ahora, yo ya tengo el mío. Cuando lo comento o lo recuerdo, si algo espero es que “se me devuelva” la amistad y el recuerdo que lleva consigo.

Sé que es “sólo” un libro y además un libro en el que alguien vierte sus aprendizajes “personales” de la vida. Podemos, o no,  estar de acuerdo con él pero son sus enseñanzas las que van  por delante y nos avisan con su experiencia, vivir sirve para eso, unos nos alumbramos a otros. Una de las palabras que se repite, y que yo he destacado, es “Maktub, todo está escrito” y otra de las frases que tampoco conviene olvidar es: “Pon atención a las señales”, ellas te llevarán a cumplir tu misión personal. Si todo está escrito, para irlo averiguando, hay que aceptar los giros que la vida, Dios, te va poniendo en el camino. Todos esos giros son señales que hay que seguir, confiando en que te llevarán adónde tienes que ir. Si se van cumpliendo, con fe y tesón de seguir adelante, al final la vida se redondea, y entonces es cuando se entiende  dónde estás y por qué fue necesario que anduvieras el camino de esa manera y no de otra. Hay cosas que equivocan, errores que se cometen, pero se vuelve a empezar. Nadie habla de felicidad, lo importante, o lo más parecido, es la  paz.

No es un libro profano ni de autoayuda. Al final tiene una sorpresa que es la que da explicación a todo él. A veces tengo que recordar y comprender que ha sido necesario vivir todo lo anterior para llegar al ahora; ha sido necesario para entender que cada día tiene su trozo de camino y que aunque parezca igual, es diferente, nuevo; ha sido necesario para confiar en Dios y saber que todo lo hace por, o para, algo, y ha sido necesario para saber que Él acompaña siempre. Y que lleva su idea y su plan.

Os recomiendo su lectura si queréis pasar un rato placentero, en este tiempo es lo que apetece. Un libro, ratos con amigos, cambiar de aires,  es lo que procede ahora, aunque traten de impedírnoslo tantos hechos externos que no podemos cambiar. El plomo anega nuestras circunstancias, y no vale nada, es gris y opaco. Pero desde que el mundo es mundo transformarlo en oro ha sido una pretensión ardua para todos. Quizá porque lo buscamos fuera y  está dentro. Feliz Agosto.