“No hay dinero para lujos”, “es necesario recortar”, “la cosa está muy mal y tenemos que ahorrar”, “te conviene un plan de pensiones ahora que eres joven”… son expresiones cotidianas y lapidarias que pasan inadvertidas hasta que se escucha “TODO TIENE UN PRECIO”; siendo esta declaración la muestra de cómo la estructura e ideología capitalista está “naturalizada”, cómo este modelo económico se percibe como único e inamovible. Esto se refleja cuando la ciudadanía, incluso la gran mayoría que está sufriendo recortes salvajes que atentan contra sus derechos más básicos (sanidad, educación, servicios sociales…), sostiene argumentos tan manidos como: “es cierto, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades”, como si el derecho a una vivienda, a la comida, sanidad o educación fuera una posibilidad y no una necesidad básica, un DERECHO HUMANO.

El éxito del capitalismo y el fracaso social, la causa de la desestructuración del tejido social más básico; es el hecho de que la estructura mental, la escala de valores haya cambiado tanto que las personas vean “normal” o “natural” la pérdida de servicios básicos porque “no hay dinero”. El dinero como eje de nuestras vidas determina lo correcto de lo incorrecto, lo justo de lo injusto, “EL DERECHO” (de pago) o el castigo del “desahucio social”. Triste, pero cierto. Todo se analiza en términos de rentabilidad y lo que se salga de dicho análisis es “perro-flauta”, irreal o utópico. Resultará difícil, si no imposible, movilizar a la ciudadanía, exigir que se nos devuelva lo que es nuestro, lo que nos corresponde como ciudadanos y personas; sin un cambio de mentalidad que deje de percibir el ataque o el abuso capitalista como una simple consecuencia de la coyuntura económica o de las malas decisiones personales. Los derechos básicos tienen que ser impepinables; deben ser eso, “derechos” y no privilegios dependientes del poder adquisitivo.

Todo está impregnado con la ideología capitalista imperante, gracias al “bombardeo mediático” en una grandísima parte. Por ello, la educación, la formación y la cultura democrática deben ser pilares básicos del cambio; por ello, el sistema ataca tales pilares, desarma e intenta desacreditar todo movimiento o pensamiento que discrepe, por eso todos y todas somos ETA, todos y todas somos violentos, todos y todas somos antidemocráticos… pero los cierto es que el desarme democrático, el asalto a la constitución que hicieron PSOE y PP y que supeditó el derecho al capital, ya se había producido en nuestra mentalidad desde hacía tiempo.

Mientras todo sea susceptible de ser negocio, mientras todo sea susceptible de ser privatizado, mientras todo se interprete en clave de rentabilidad y mientras palabras como “dignidad” o “solidaridad” se perciban como algo de otra época, algo incluso “chistoso” para muchos y muchas; el cambio y la movilización serán casi imposibles. Debemos pasar del “es imposible” al “depende de nosotros”, porque todo el sistema depende de esa mayoría silenciosa o no que se encuentra aletargada.

Jorge Noel García Pérez.