La desigualdad es el origen y fundamento de cualquier tipo de violencia, también de la violencia de género. Por eso, cuando el 25-N salimos públicamente a manifestar nuestra repulsa y a condolernos por las mujeres víctimas, estamos verdaderamente haciendo un ejercicio atroz de inconsecuencia y de cinismo si además no somos capaces, hombres y mujeres, de afligirnos y de rebelarnos contra las desigualdades en todo momento, también por supuesto por la más universal e intemporal, la desigualdad entre dos seres humanos en función del sexo con el que nacen, tan persistente, que incluso llegamos con frecuencia a no percibirla o a percibirla como algo lógico y “natural”.
Así pues, si estamos en contra de la violencia de género, tenemos igualmente que rebelarnos ante el hecho de que el nacimiento de un niño marque un destino diferente o genere expectativas distintas al de una niña. Tenemos que repudiar cualquier medida encaminada a que los niños y niñas reciban una educación y trato desigual, tanto en el seno de la familia, como en la escuela y demás instituciones.
Tenemos que combatir la desigual cuota de autonomía y decisión que se nos asigna a unas y otros en función del sexo, que nos ofrece a las mujeres una imagen y un modelo de conducta apocado, frívolo, consumista y dependiente, y que interiorizamos sin cuestionarlo debido a la acción de la cultura, los medios de comunicación, las costumbres, las iglesias, etc.
Tenemos que oponernos al desigual reparto y la desigual valoración de las tareas necesarias para la supervivencia del ser humano como especie, que asigna perversamente como algo connatural a la mujer y, por tanto, sin precio alguno, el trabajo reproductivo y de cuidados, lo cual redunda a su vez en un desigual reparto del tiempo propio para unos y otras. Ello explica la escasa presencia de mujeres en las élites del poder, de las artes, las ciencias o los negocios.
De poco sirve que en una fecha señalada en el calendario todas y todos hagamos alarde de una breve y pactada congoja oficial en forma de manifiestos, concentraciones y proclamas varias, si además no estamos todo el año reclamando y luchando para que se reviertan las condiciones que alimentan las desigualdades en nuestra sociedad, pues ellas son las que acarrean las injusticias y abusos y éstos, a su vez, los que tienen como colofón los actos de violencia machista.
En IU nos repugnan y lamentamos tanto los casi 50 asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, como las actuales políticas que está poniendo en práctica actualmente el Gobierno del PP, que ahondan las desigualdades entre hombres y mujeres y que sin duda cimientan más violencia contra nosotras: la promoción de la enseñanza religiosa segregada y discriminatoria, la reforma de la ley del aborto, la nueva legislación laboral, que niega estabilidad horaria o geográfica a las trabajadoras, obligándonos a elegir entre nuestra familia y nuestro empleo, empujándonos a la precariedad y, de nuevo, a la dependencia del varón dentro de la estructura familiar jerárquica, todas éstas, junto con otras muchas más, son medidas violentas contra las mujeres que denunciamos, porque nos dejan psicológica, económica y socialmente desarmadas e indefensas ante cualquier tipo de presión y de violencia: la del compañero, la del patrón, la cultural, la institucional…
Desde IU, este 25-N queremos condenar la violencia machista y también, con más fuerza aún, sus causas y la hipocresía que supone lamentarse cuando se forma parte o se apoya o se excusa de cualquier manera a un gobierno, el del Partido Popular, que ha destinado el 0,01% del total de los Presupuestos Generales del Estado para 2013 a políticas de igualdad y de prevención de la violencia de género; 500.000 euros menos a las organizaciones que trabajan con prostitutas: tan sólo 30.000 euros al Convenio en materia de género con la Federación Española de Municipios.
No es de extrañar que Jaén, una de las provincias más golpeadas por la crisis y donde las desigualdades son más evidentes y acuciantes, ofrezca también este año su cuota de víctimas a la escalofriante estadística: Estrella, de Alcaudete, inauguró el año y lo cierra, por ahora, Sandra, de Úbeda, que no será la última si no comprendemos que la lucha contra la explotación de un ser humano por otro, lejos de ser algo antiguo e innecesario, sigue siendo hoy en día una labor inaplazable. Las mujeres somos las primeras interesadas en acabar con la lógica de que el pez grande tiene que comerse al chico, con la ideología del “sálvese quien pueda” o “tonto el último”, con las consignas que pretenden hacernos creer que cada cual es el responsable de sus circunstancias, porque éstas vienen todavía injustamente marcadas por factores tan ajenos a nuestro control que son influyentes incluso antes de que abramos los ojos a la vida, como son el país de nacimiento, el sexo o la clase social. Las mujeres estamos obligadas por nuestra condición a ser las primeras en rebelarnos contra la violencia, contra la desigualdad. Este 25N y todo el año, porque nos va en ello la vida.
Jaén, 20 de noviembre de 2012.
Juana de Dios Peragón Roca.
Coordinador del Área provincial de la Mujer de IULV-CA.