Como cualquier hijo de vecino podemos estar preocupados por el recibo de las eléctricas, pues al final acabaremos pagando, con mayor o menor resginación los sufridos ciudadanos. Importará poco que uno se haya alegrado tanto por las lógicas ventajas naturales e inagotables de sol o del viento que incluso haya ayudado a la producción para el uso doméstico. De nada servirá que haya observado con cierta cachaza o indagación las incursiones de la facturación por las modalidades de: mensual, bimensual (con lectura real y/o estimada) para volver a la mensual como si ahora los meses tuvieran sesenta días.

Yo, dejo de vez en cuando de mirar lo que ocurre en el fútbol, y me da por pensar en lo que se nos ha dicho: España es deficitaria en energía, ha de importar petróleo y gas. Teníamos una pujante y prometedora industria de energías renovables (solar y eólica) para atenuar ese problema. De todos modos, pese a los peligros y falta de cementerios nucleares, la energía atómica es una opción. Importó poco que Alemania haya revisado esos planes y que el Sr. Rajoy haya sido testigo de un rebrote peligroso en Fukuyima (Japón). Pese a todo ello, se deja de ayudar a las renovables aumentando el paro y la dependencia y déficit del exterior y se perjudica a quienes producen energía. ¡Qué torpe que no acabo de entender la ¿posible? liberación y ventajas del mercado eléctrico!

Y es aquí cuando don Felipe González Márquez, antaño ataviado de pana, me lo vino a explicar, al defender su generosa vinculación (160.000 euros anuales) a una empresa eléctrica. Decía el ex Presidente que si tras la salida de tal cargo, no hubiera encontrado otra cualificada actividad, eso denotaría la escasa valía para haber sido presidente. De momento es patente, por lo arriba explicado que sus habilidades de gran estadista no las percibimos en el recibo de la luz. Y ello a pesar de contar en el empeño con la colaboración del ex presidente Aznar (200.000 euros anuales en ENDESA) y otros ex gobernantes de más solera como el señor Martín Villa.

UNESA, la agrupación de empresas eléctricas, habla de leal competencia cuando en la subasta de la producción de electricidad parecen haber funcionado casi como un monopolio. Tanto es así que el gobierno ha tenido que reprenderlas (ya veremos con que convicción) por no ejercer la competencia esperable. Y es que en lo de la libertad de mercado hay bastante de camelo: Se empeñan en trocear y privatizar algunos servicios (luz, telefonía, agua, basura,..) que gestionados por monopolios con controles cívicos y democráticos serían más baratos y eficientes. Claro que ello nos lleva a una discusión de más calado: Las corporaciones trasnacionales y el dominio de sectores estratégicos por un lado. Por otro lado la credibilidad del sistema político nacido con el pacto constitucional del 78. Sí, no se trata sólo de que González y Aznar sean intercambiables en eléctricas (Endesa o Iberdrola) o en asesoría de magnates ( Murdof o Slim). Se trata, sobre todo, que son representantes de una globalización depredadora, del enriqueceos que diría Solchaga.

Don Felipe perdió el re cuando inquiría sobre el destino de él como “jarrón chino” que no se resigna a trabajar en el Consejo de Estado o en la noble tarea de abogado laboralista, tan necesaria tras tanta desregulación laboral. La soberbia hizo olvidar la solidaridad de la pana o cazadora, si es que alguna vez la hubo. Podría haber mirado en el exterior el retiro modesto de Bruno Kreiski en su vivienda de clase media vienesa, algo similar a la que esperaban a Olof Palme y otros socialdemócratas del norte. No. Parece seguir pesando más amistades foráneas como la de Bettino Craxi o Carlos Andrés Pérez. De la España actual no merece la pena recordar la ética discreción con que se reintegraron a sus labores previas demócratas convencidos de ideología varía. Hay también un ejemplo histórico, el de don Nicolás Salmerón, quien tras ser Presidente en la Iª República siguió defendiendo sus ideas desde su cátedra y desde su escaño parlamentario. También viene a cuento las palabras de Machado: Por muchas virtudes que puedan adornar a la persona, ninguna superior a la de ser hombre/mujer”.

Antonio Martínez Lara

Manifestante

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