En la mitología de la Antigua Grecia, los espíritus de la naturaleza femeninos, sean del mar o de la tierra, poseían forma plenamente humana, con la salvedad de las sirenas si pudieran considerarse seres de la naturaleza, mientras que los espíritus de la naturaleza masculinos siempre tenían rasgos animales. Los principales espíritus de la naturaleza masculinos fueron los Sátiros (Satyroi) y los Silenos (Seilenoi), seres lujuriosos y salvajes, pertenecientes al cortejo del dios Dioniso. Gustaban de entregarse a los placeres como el del vino, la música y la persecución de ninfas. De una fecundidad desenfrenada y sin control, fueron creaciones más bien populares y quedaron fuera de los cultos.
Los Sátiros y los Silenos en las representaciones más antiguas aparecen similares, como figuras medio humanas, la mayoría de ellas grotescas tanto en complexión como en fisionomía, masculinos, lujuriosos, explícitamente excitados y con rasgos animales como orejas de caballo o pezuña de cabra, como podemos observar en la cerámica ática de los siglos VI y V a. EC. Otro rasgo común es la nariz chata. Parece curioso que las imágenes que conservamos de Sócrates, se asemejen a las de un sátiro.
A partir de la época helenística, destacan más los rasgos de macho cabrío, con pequeños cuernos, orejas puntiagudas y patas. Esto podemos observarlo en el Sátiro de Praxiteles. En esta época ya se diferencian los Silenos de los Sátiros porque aquéllos se representan como más viejos y con orejas de caballo. Hablamos de Papposilenos (padres silenos). Un rasgo distintivo es el relacionado con el vino: los Sátiros se alegran con él, mientras que los Silenos se emborrachan de manera “bestial” y es frecuente encontrar formas artísticas en las que un Sátiro sostiene a un Sileno que ha bebido en exceso.
En Italia, los Sátiros estaban identificados con unos espíritus de los bosques locales, los Faunos. (fauni), genios selváticos y campestres, compañeros de los pastores, equivalentes de los sátiros helénicos, también con doble naturaleza: mitad hombre, mitad cabra, con cuernos y con pezuñas de cabra.
El origen de los Sátiros parece incierto, si bien tenemos información por parte de Hesiodo que nos dice que Hecátero (Έκάτερος), personaje a quien solo cita Estrabón, una vez unido a la hija de Foroneo (probablemente Níobe) habría engendrado una serie de “demonios” entre los que se encontrarían los Sátiros, además de las ninfas de las montañas y los Curetes (nueve divinidades, hijos de Combe y de Soco -Dánae y Apolo-).
Hay que decir que los Sátiros, compañeros de los dioses, sobre todo de Dionisos, raramente desempeñan un papel protagonista en las leyendas.
El Fauno Barberini es quizá un modelo bastante representativo de los Faunos o Sátiros. Como anécdota decir que fue rescatado del foso del castillo de Sant´Angelo de Roma, una vez lanzado como proyectil contra los ostrogodos por los defensores bizantinos, comandados por Belisario en el año 537. El erudito historiador del arte y jurista alemán Karl Schnaase, en su magna obra de 1866 “Historia del Arte”, dijo de él que “es la más espiritual imagen de la embriaguez”. Por su parte, el famoso marqués de Sade, apuntó que se trataba de una “sublime statue grecque”.
Probablemente, el original fue realizado en bronce y con unas dimensiones de alrededor de dos metros quince centímetros, por la escuela de Rodas, en el siglo III a. EC. Más tarde, se haría la copia romana en mármol (siglo I a. EC.) que actualmente puede verse en la Gliptoteca de Múnich.
Se trata de un joven sátiro desnudo, dormido por la embriaguez y ciertos excesos de lujuria, en una postura que incita sexualmente, aunque sin el habitual y provocador priapismo. Destaca su portentosa musculatura, sus cuernos, una pequeña cola y sus rizos. La figura apoya sobre una piel de cabra. Fue ampliamente restaurada por el escultor Bernini en el siglo XVII, elevando, al parecer, más de lo que tuviera en la figura original, su pierna izquierda y dejándonos con la duda de si el original tendría pies de animal o humanos.
Para algunos estudiosos podría tratarse de una ofrenda al dios Dionisos.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:
Marisa Belmonte Carmona y Margarita Burgueño (2008) Diccionario de mitología. Dioses, héroes, mitos y leyendas.
Ramón Otero Pedrayo (2004) Una Historia del Arte Universal.
Robin Hard (2008) El gran libro de la mitología griega.