Me dirigí al Colegio Los Arrayanes porque sabía que le habían dado un premio muy importante a nivel nacional y quería felicitarles, ahí es nada que les hubieran galardonado con el Primer Premio en el Concurso de Buenas Prácticas Educativas de la Asociación “Mejora tu Escuela Pública” por la mejor “Comunicación lingüística en contextos de exclusión social”. Es un trabajo diario que se lleva en el colegio por los coordinadores de Lectura y Biblioteca y del proyecto Lingüístico, secundado por todo el profesorado puesto que es transversal y están implicadas todas las materias y desde luego apoyado entusiástamente por el director. Los docentes somos tan discretos que la costumbre nos hace no dar nombres y decir Comunidad Educativa y la verdad es que así creo que debe ser porque todos participamos de la bella tarea de educar.

Eso es lo que se respira en el Colegio Arrayanes, al igual que todos los demás, es verdad que unos más que otros, se respira con ese olor característico y entrañable de las escuelas, a lápices, gomas de borrar, carteras y libros, con una decoración esmerada, en un ambiente acogedor y laborioso, con libertad y respeto, no hay más ruidos. Y digo esto porque puede ser un colegio, que en la mente de la gente de Linares, educa a niños y niñas de etnia gitana en un porcentaje total. Sé que en esta mente hay un poco de olvido por ser un colegio del extrarradio, cuando se debería valorar la dificultad que puede entrañar, mucha más que en otros colegios donde la asistencia y la elaboración de tareas, podría ser más esperable. Pues no.

Yo recuerdo que cuando los niños y niñas empezaron a cambiar, a ser menos obedientes, menos atentos, a pasar de casi todo y hacer más complicada la docencia, los maestros y maestras nos planteábamos que si ellos cambiaban, eso era un hecho, nosotros también tendríamos que cambiar, sí o sí. Si no tenemos esto claro mal nos va, y con nosotros y ellos las familias, sin dejar de procurar meterlos en el redil de los valores comunes respetando los valores particulares. Los gitanos tienen los suyos y la finalidad es que los sigan teniendo sin olvidar que tengan los “generales” a los que llamamos “nuestros”, que es una forma de excluir. Pero ahí está la ciudadanía y la Constitución que regula la convivencia. Allí parece que esto se tiene muy claro y esto me da pie para reivindicar la escuela pública, la escuela igualitaria, la escuela integral, para todos sin excepción. Todo organizado, todo previsto ante cualquier incidencia, como en todos. Puedo asegurar desde la altura de mi experiencia, que es algo más que la edad, que yo puedo reconocer todos estos parámetros y sentirme cómoda en un colegio dónde también sé apreciar la entrega de los docentes y directivos. Ser maestro o maestra no es difícil si nos adaptamos al alumnado y lo encauzamos, lo enderezamos según los valores que tenemos que transmitir, que nunca son sectarios ni olvidadizos de hacia dónde vamos. Los docentes sólo tenemos que transmitir para que la vida siga. Una amiga maestra dice que cuando algo produce paz, es que se está haciendo bien. Yo suelo tener paz en el mío, ahora también en Arrayanes. Y confío.

Hoy se dirigen a Madrid a recoger el premio y por eso he querido traerlos a este espacio para felicitarles públicamente de todo corazón y entendimiento. Sé que van a seguir por el mismo camino, cada cual con su personalidad. Somos plurales sin que se tenga que decir que diferentes y el respeto es el que hace la armonía entre todos. Y el reconocimiento y la nobleza. Me enorgullece que sea un colegio público, por si alguien cree que puede con él, con nosotros. Enhorabuena.