Considero imprescindible, a modo de introducción, redundar en la causa del nacimiento de nuevos movimientos sociales, así como de la ebullición y creciente activismo de los que ya existían. Esta es: el neoliberalismo.

Hablamos de un sistema que propicia la desigualdad e injusticia social, la corrupción, el mantenimiento de una casta política parasitaria que gobierna como títeres movidos por multinacionales. Que es genocida y depredador tanto para el ser humano como para su hábitat. Con la cualidad intrínseca de autocolapsarse, puesto que se alimenta únicamente de capital y cuyo rasero de medición es exclusivamente el beneficio económico.

El egoísmo y la dinorexia de las grandes riquezas crece exponencialmente dentro de una red deshumanizada cuyo mayor peligro es que está sustentada por la misma sociedad a la que oprime (de manera individual y con la excusa de sobrevivir o mantener a una familia, el puesto de trabajo menor de una empresa explotadora es copartícipe de esta explotación, o incluso aquella persona que consume un producto de esta empresa, es decir: la sociedad misma, por supuesto con distintos niveles de implicación).
Si esta opresión crece demasiado, afectando al groso de la humanidad, la indignación también lo hace y lo expresa a través de movimientos sociales. De manera que si se intenta asfixiar a un ser, cabe la posibilidad de que muera o de que se rebele y luche por el aire. En este ejemplo la violencia la ejerce el que asfixia y se llama legítima defensa a la actuación del rebelado. Intercambiar los términos es una estrategia del poder, que a través de los medios, confunden y convencen a personas de mentes incautas y poco despiertas u otras que secundan esta falacia por acomodadas y faltas de empatía social.

Esta inversión es muy común a lo largo de la historia. En la actualidad forma parte de la práctica cotidiana, donde los medios parciales y comprados tienen una influencia decisiva característica del mismo mal sistémico. Los policías antidisturbios, en lugar de trabajar para defender al pueblo, actúan como esbirros de mandatarios delincuentes, como la señora Cifuentes. En el 25S, con la iniciativa de rodear el congreso, al ver un dispositivo policial de tal calibre cabe la pregunta: ¿qué clase de gobierno necesita protegerse del pueblo? Los famosos escraches de La PAH también son ejemplo de adjudicar la violencia a quién protesta por la misma. “Pobres políticos que sufren acoso en su domicilio” podía escucharse en los debates más reaccionarios de la televisión. Siendo los desahuciados víctimas que han de ver como la policía los arrastra a la calle. Alberto Garzón muy acertado dice: “El escrache es el grito de las víctimas ante la violencia del agresor”.

Estamos en una coyuntura revulsiva donde el despertar de una conciencia colectiva que se moviliza a través de movimientos sociales reconoce a los verdaderos criminales. Porque es un crimen el precipitado e inconstitucional pacto del artículo 135. El mantenerse en el gobierno no sólo incumpliendo el programa sino contrariándolo. Es un crimen querer privatizar la sanidad, la educación, etc. Privatizar empresas públicas que daban beneficios y colocarse de asesores cobrando sueldos descomunales más tarde. Los mismos sueldos de los políticos y banqueros son un crimen. Las colocaciones masivas de familiares de políticos. Convertir la deuda privada en deuda pública. La fidelidad servil a la Troika. Saltarse a la torera las ILP. Perseguir y criminalizar las protestas sociales y la introducción del miedo con multas indiscriminadas. Defender los arcaicos acuerdos de intervención de dogma de la Conferencia Episcopal. Las reformas fiscales que benefician a los ricos y la amnistía fiscal. Subir la luz y el agua. Los escandalosos indultos. Fraudes como el de los ERE, el caso Nous, la trama Gurtel, el Palau de la música, Bankia, etc. Los tratamientos nada equitativos de la justicia con la casa real. Los privilegios de la misma y de los políticos y banqueros. Etc., etc., etc. No confundamos nunca a las víctimas con los verdugos y viceversa. Unámonos para decir ¡NO!

Foto criminalización mov soc