La tradición minera de Linares, que se remonta a la Historia de la ciudad de Cástulo (Siglos VIII a. c. hasta Siglo V d. c.), sufrió un cambio radical gracias a la industrialización del siglo XIX. La llegada de capitales extranjeros (ingleses, alemanes…), inundó el paisaje de la comarca de chimeneas, cabrias y raíles por los que discurrirían los trenes que habrían de transportar el mineral extraído de esas mismas minas hacia diversos destinos y de llevar o traer mineros desde sus casas hasta los pozos. Fue la llegada del ferrocarril. En Linares se asentaron, a finales del XIX y principios del XX, nada menos que tres compañías de trenes de vía ancha: MZA (Madrid, Zaragoza y Alicante), Andaluces y Sur de España; y una cuarta de vía estrecha (La Carolina y Prolongaciones). Cada una construyó su estación terminal propia en un extremo de la ciudad que dispuso de cuatro estaciones ferroviarias dentro del núcleo urbano:
* Estación de Madrid o de Linarejos, al noroeste (compañía MZA)
* Estación de San José o de Almería, al este (compañía del Sur)
* Estación de la Zarzuela, al oeste (Ferrocarriles Andaluces)
* Estación de la Compañía del Ferrocarril de Linares a La Carolina y Prolongaciones, anexa a la anterior.

La Estación de Linarejos se conserva hoy como en sus mejores tiempos. Si bien los trenes llegaron a este enclave a partir de 1877-1879, el esplendoroso edificio actual, dotado de una esbelta marquesina, fue construido varias décadas más tarde, proyectado en 1915 por Don Narciso Clavería y terminado en 1925. Linarejos, conocida como Linares-Paseo de Linarejos o como la “Estación de Madrid”, era el término de un ramal que ascendía desde Vadollano, lugar de paso de la línea general Madrid-Andalucía (Manzanares-Córdoba), situada a unos ocho kilómetros de Linares, que comenzó a funcionar en 1877. En esta estación recalaban algunos trenes de viajeros procedentes de Madrid, de ahí su nombre.
Otra función esencial de la Estación de Madrid fue organizar, desde1879, los trenes que desde aquí recorrían el ramal minero hasta Los Salidos, describiendo un amplio arco por el norte del municipio linarense, pasando por diversos pozos mineros como San Luís o Pozo Ancho, con una salida hacia la Fundición de La Cruz y concluyendo en Los salidos, en la carretera de Linares a Baños.

Los dos trazados, el de Vadollano y el de Los Salidos, confluían en la estación en forma de “Y”, y en una amplia planicie de vías, carriles y andenes, se formaban los trenes cargados de plomo. Además se transportaba en vagones cisternas aceite de los olivares de la comarca y vino de Bailén, entre otras mercancías.
Ambos ramales, el de Los Salidos y el de Vadollano, dejaron de prestar servicio oficialmente el 31 de diciembre de 1984, junto a muchas otras líneas deficitarias de toda España, convirtiéndose el cierre en definitivo poco tiempo después. Hoy es posible recorrer aquéllos trazados por haberse transformado en vías verdes.

En los años siguientes, la Estación dejó de estar habitada por quién fuera el último jefe de estación y su familia y sufrió un acelerado proceso de deterioro; poca era la sensibilidad hacia el patrimonio industrial y minero, en los finales de los ochenta y principios de los noventa, de gobernantes y entidades privadas. Al fin se decidió destinar el edificio a uso municipal, tras una disputa por su propiedad entre RENFE y el Ayuntamiento. Como aspecto positivo destaca que se han respetado cuidadosamente todos los detalles, desde las antiguas taquillas del interior del edificio hasta los logotipos de MZA en los pilares de la marquesina y en el frontón principal.

El edificio contaba originalmente con dos viviendas familiares en su planta superior, hoy unidas en un gran espacio diáfano al que se le ha dejado su techo de madera restaurado, siendo utilizado como salón de Plenos del Ayuntamiento y para celebrar bodas civiles y otros actos de interés local. La vivienda de la parte posterior contaba con un recibidor, un largo pasillo, una cocina, un cuarto de baño y cinco habitaciones, además de una enorme terraza. La vivienda frontal era exactamente igual pero tenía una habitación menos. Bajo una amplia escalera, con una preciosa baranda de forja hoy desaparecida casi en su totalidad al haber colocado un ascensor, se situaba una caldera de carbón que calentaba agua para los radiadores de todas las dependencias del gran edificio.

Originalmente la planta baja se proyectó para que contara con un gran vestíbulo, diversas dependencias para el jefe de la estación, telégrafo y despacho de billetes con sus taquillas. A la derecha de la entrada tras un gran mostrador para la facturación de equipajes, se podía ver una emblemática báscula para pesar los bultos y maletas y había diversas habitaciones para almacén, consigna, archivo, efectos, sanidad y agencia comercial. A la izquierda del vestíbulo había estancias para mozos y archivos, así como las salas de espera de 2ª y 3ª clases y otra de 1ª, una habitación para inspección del gobierno. En los años cuarenta, estas dependencias sufrieron diversas transformaciones en cuanto a sus funciones y hoy pueden verse las placas que indican las mismas junto a las puertas de las diversas estancias.

La Estación de Madrid combina un estilo neomudéjar, quizá al ser proyectado por el mismo arquitecto que diseñó la Estación de Toledo, Narciso Clavería, con el modernismo imperante en la época. Hay quienes quieren ver en su horizontalidad la forma de un vagón invertido, acentuada por cuatro opénculos (dos delanteros y dos traseros) a modo de ruedas de radio de un vehículo ferroviario. Está construida en ladrillo de dos tonos en líneas horizontales. En un edificio adyacente de una planta, situado a la derecha del principal, en su parte posterior, estaba la cantina, lugar donde el viajero podía calmar la fatiga del viaje, y los empleados la del trabajo en su tiempo de descanso, con una copa de vino y un bocadillo de chorizo. No es descartable la hipótesis que identifica como estación original dicha construcción.

Del resto de edificios anejos, quedan dos de relevancia: uno de los grandes muelles de la estación, que ha sido convertido en Centro de Interpretación del Paisaje Minero y otro pequeño edificio, de similar estética a la del principal, destinado en su origen a urinarios y utilizado hoy como oficina del área de consumo del Ayuntamiento.
La antigua llanura de vías (que permanecen enterradas bajo una gruesa capa de tierra) se emplea como anexo al recinto ferial y como “botellódromo”.

En la actualidad se está construyendo la línea ferroviaria llamada CAF Santana-Vadollano para dar salida a los trenes de la factoría CAF-Santana. Pero es una incógnita el futuro de esta línea y la ubicación de una posible nueva estación de ferrocarril en nuestra ciudad.

Para saber más:
– José Antonio Gómez Martínez y otros (2004): Ferrocarriles y tranvías en Linares, La Carolina y La Loma. Luís Prieto Editor.

Linares Sostenible
Vía Libre

Estación de Madrid. Foto: Jordi Casasempere

Red ferroviaria de Linares