Quisiera que me acompañaran en una reflexión que puede implicarnos a todos antes de que una nueva campaña electoral nos abrume, e incluso nos aburra, antes de que los políticos nos inunden con argumentos del “y tú más” o del “y tú menos”, aquél que tanto ha sido criticado por los llamados partidos emergentes y que, como los clásicos, han terminado por usar, y usarán, antes de que las dos grandes formaciones, hasta ahora, PP y PSOE, pidan el voto útil, antes de que Rajoy amenace con la destrucción del país con la venida del anticristo Pablo y obvie la corrupción pecaminosa que padece su partido, antes de que Sánchez se nos presente como la víctima del engaño sacrificado al dios de la izquierda por ese mismo anticristo, olvidando que, los sacerdotes de su propio partido son quienes querían darlo en ofrenda y que Pablo con quien no quiso pactar no fue con él, si no con el centro derecha de Rivera, antes de que éste, Albert aluda al corrupto comportamiento del PP de Rajoy para no pactar con él (ya veremos lo que hace tras el 26J) y al presunto modelo venezolano que implantaría Pablo y todo, para salvar a la sacro santa nación española de quienes quieren hundirla en el separatismo y la ignominia, con un discurso que recuerda a los de la primera mitad del siglo XX, antes de que el alter ego de Pablo Iglesias, que es él mismo, en nombre de todos los pobres y de todos los desahuciados, vuelva a impedir un gobierno de izquierdas si no lo preside él, fagocitándose en el suceso al PSOE, pues a IU ya lo ha hecho, antes de que por aburrimiento, indignación o desconfianza gane por goleada la abstención y antes de que los medios de comunicación se llenen de noticias relacionadas con el hecho más importante para nuestro país en este año de 2016, la finalísima de la Champions League, antes digo, quisiera hacer una reflexión.

Creo que todo pueblo que vive en democracia, como es nuestro caso, a pesar de las imperfecciones que ésta posea, tiene y consigue sólo lo que se propone si su nivel de exigencia y compromiso es elevado y constante.

Es cierto que nuestro sistema electoral es a veces injusto, primando a los partidos más grandes y a las minorías nacionalistas, es cierto que la justicia es lenta y tarda en juzgar las evidencias, que incluso favorece a los poderosos, sobre todo mientras la Fiscalía General del Estado dependa no tanto de éste y sí del Gobierno de turno. También lo es que tiene demasiados parásitos en puestos de Estado (para mí el senado es una Cámara inútil). Es cierto también que los sistemas educativos implantados en democracia han fracasado, creo que más por falta de recursos y politización que por incapacidad propia y es cierto que podrían añadirse un largo etc. de fallos a la lista. Pero, no es menos verdad que cuando el pueblo, o un sector importante del mismo, incluso un gobierno inteligente (entendido como tal no el que se enriquece a costa de los ciudadanos, si no el que establece leyes que favorecen a los ciudadanos) actúan con capacidad y voluntad, se consiguen resultados.

Pongamos algunos ejemplos: La influencia del 15M en el bipartidismo. Éste se ha acabado después de las elecciones de diciembre de 2015 gracias al voto ciudadano que ha dado bastante respaldo a las formaciones de dos jóvenes arriesgados como Iglesias y Rivera. Nunca antes se había juzgado a un número tan abundante de personas y formaciones por corrupción y no es que no la hubiera; hablamos de delitos que llevan cometiéndose demasiado tiempo (Los Pujol, el PP, Mario Conde, los ERES, etc.) y eso que gran número de imputados o procesados, o como se tenga que decir ahora, son del partido gobernante. A pesar de los nefastos sistemas educativos, nunca antes nuestros jóvenes habían estado tan bien preparados como ahora (Rivera e Iglesias son buen ejemplo de ello) ni nunca antes habían sido tan bien valorados por su capacitación en el extranjero (la constatación se debe a que han tenido que emigrar por falta de empleo y por consejo de algún que otro ministro o ministra; pero sobre todo a la formación recibida, a pesar de los malos sistemas educativos) Nunca antes un decretazo había beneficiado tanto a los ciudadanos como la ley sobre el tabaco de Zapatero; fue la prueba de que con buenas y razonables leyes, la gente las asume sin poner peros y se esfuerza por cumplirlas, es decir, que cualquier gobierno que razone y muestre el beneficio para el pueblo de una ley, tendrá el apoyo ciudadano. En la antítesis se situarían la negación de la crisis o la llamada ley mordaza, con la que muy pocos están de acuerdo. Allá cada partido con su conciencia.

No obstante, a pesar de todo, la crisis, el paro, la corrupción, las injusticias sociales, etc. son enormes por desgracia. Sólo la voluntad de los ciudadanos podrá mejorar la situación, no nos engañemos. Sólo la presión social sobre nuestros dirigentes podrá cambiarla, nuestras actitudes ante la política podrán hacer que todo vaya mejor.

Otro asunto es que nos quejemos y sólo nos limitemos a eso, conformándonos con subsidios miserables en lugar de exigir y luchar por un empleo digno, prefiriendo prejubilaciones, que aún sigue habiéndolas (vean los bancos) tan perjudiciales para el resto de la sociedad, aceptemos impuestos abusivos sin resultados en lo social para todos, también para los contribuyentes, y estemos más preocupados por la Champions que por los contratos basura de nuestros hijos, responsabilizando únicamente a los políticos, esos extraterrestres venidos del más allá y no nacidos y formados en nuestra sociedad, en nuestro pueblo, olvidando que han sido vecinos, incluso amigos o familiares. En definitiva, que nos conformemos o nos acomodemos como cuando veíamos las irresponsabilidades y los delitos, pero como había dinero y trabajo, mirábamos para otro lado, quedando nuestro nivel de exigencia en cero para con los demás, o lo que es peor, para con nosotros mismos, olvidando el sano ejercicio de la autocrítica.